Diario El País de España: La mitad de las venezolanas tienen a Chávez como…¡Fantasía sexual!
15/10/12
El periódico El País de España revela que Hugo Chávez es un casanova, publica la revista Semana. Según el diario, así como la mitad de las venezolanas lo odian, la otra mitad lo idolatra a tal punto que lo tienen como fantasía sexual.
Permanentemente le llegan mujeres que se ofrecen a él y la demanda es tanta que el articulista señala que al jefe de seguridad le corresponde escoger la del día. Su vida es como la de un cantante de rock después de cada concierto. Chávez nunca se niega, y a pesar de su cáncer aparentemente mantiene una energía avasalladora. Cuando le preguntaron a su exesposa, Marisabel Rodríguez, a quien abandonó en 2003, sobre este asunto, contestó que a ella le parecía “normalito”. Antes de ella, Chávez había estado con Nancy Colmenares y tuvo tres hijos.
Permanentemente le llegan mujeres que se ofrecen a él y la demanda es tanta que el articulista señala que al jefe de seguridad le corresponde escoger la del día. Su vida es como la de un cantante de rock después de cada concierto. Chávez nunca se niega, y a pesar de su cáncer aparentemente mantiene una energía avasalladora. Cuando le preguntaron a su exesposa, Marisabel Rodríguez, a quien abandonó en 2003, sobre este asunto, contestó que a ella le parecía “normalito”. Antes de ella, Chávez había estado con Nancy Colmenares y tuvo tres hijos.
Este es el reportaje de El País publicado el 21 de septiempre pasado:
La bravura de Hugo Chávez alborotando alcobas rivalizó con su ferocidad en la demolición de la democracia bipartidista anterior al triunfo electoral de 1998, año en que comenzó a diluviar lencería fina sobre el ex teniente coronel de paracaidistas. El cáncer no ha doblegado las agallas políticas del candidato a la reelección presidencial, pero aquietó a un tenorio que enamoró a la Venezuela bolivariana cuando tronaba contra la burguesía nacional en la tarima de oradores. Divorciado en dos ocasiones, Casanova Chávez acude a las urnas el próximo 7 de octubre sin abdicar de la teología revolucionaria, con su hija mayor, María Gabriela, como primera dama, y persuadido de que la victoria será suya porque nadie como él atendió a los compatriotas pobres, mayoría en el padrón.
Las sesiones de quimioterapia y radioterapia redujeron los movimientos de un hombre de 58 años que fue un calavera casi a la fuerza porque, tras cuatro decenios de naftalina gubernamental, su arrolladora emergencia reventaba broches en las gradas femeninas. La cárcel y la presidencia, el poder en suma, multiplicaron por un millón el sex-appeal del llanero de Barinas, que de cadete ligaba lo justo. Veinte años después de su cuartelazo de 1992 contra el impopular Gobierno de Carlos Andrés Pérez, el mujerío oficialista aún ruge al paso del camión de campaña del ídolo. “Papi, allá”, le dice su hija, de 30 años, señalando la azotea desde la que un grupo de señoras le lanzan besos. Chávez les corresponde con la mano al corazón. El candidato aguanta los embates de la enfermedad porque se siente providencial, imprescindible, deudo de las tesis de Georgi Plejánov sobre el papel del individuo en la historia.
El candidato aguanta los embates de la enfermedad porque se siente providencial, imprescindible, deudo de las tesis de Plejánov sobre el papel del individuo en la historia. “Claro, ya no tengo 40 años”. Cuando los tenía, la lista de espera de la muchachada interesada en yacer bíblicamente con el caudillo daba varias vueltas al palacio de Miraflores, la residencia presidencial, según los alcahuetes del comandante. Uno de ellos fue Luis Pineda Castellano, su jefe de seguridad y encargado de las tercerías amorosas durante los albores de la apoteosis chavista, periodo en el que el apóstol de Simón Bolívar encandilaba prometiendo freír a los dos partidos tradicionales. La hechizada masa le pedía más aceite hirviendo, un hijo, una casa, medicinas, milagros. Pineda recogía los papelitos de las plegarias, contenía el frenético agolpamiento de bellezas y pasaba al escrutinio de las más deseables. Cuando la comitiva llegaba al púlpito del mitin “siempre había mujeres buenotas a la vista”, confesó Pineda a la periodista Berenice Gómez, que optó por colgar su testimonio en un sitio web al entrar en colisión con el exjefe de seguridad sobre los derechos de autor de un libro.
El alcahuete esperaba una señal de Chávez para arrimarse a la joven elegida por el jefe y cursarle una educada invitación, según el relato del militar retirado, que fue compañero del oficial de paracaidistas en el fallido golpe contra Pérez, gobernante de Acción Democrática (AD), socialdemócrata, cuyas políticas económicas sublevaron a la población el 28 de febrero de 1989, con más de trescientos muertos y mil heridos durante la represión del denominado Caracazo, y allanaron el camino a la fallida intentona golpista de Chávez del 2 de febrero de 1992.
“Señorita, el comandante quiere hablarle más tarde, luego de esta actividad. Aquí tiene mi número de teléfono. ¿Cómo se llama usted? Llámeme para mandarla a buscar”. El éxito del ventajista burlador era tanto que “sin temor a exagerar, de diez mujeres escogidas, ocho contestaban”. Apalabrada la cita, el celestino reservaba dos habitaciones contiguas: “Escoltaba la dama a mi habitación, salía y la dejaba sola esperando. Cuando todo estaba despejado, él entraba y yo me quedaba esperando en la suite que había alquilado para él”.
Este periodista ha cubierto buena parte de las consultas desarrolladas en el país latinoamericano desde 1998 y puede atestiguar que el arrebato causado por Chávez entre sus filas femeninas competía en intensidad con el desprecio de las mujeres en las concentraciones opositoras. El soplón Pineda, que publicó detalles de difícil confirmación, pero creíbles al coincidir con confidencias de otras fuentes, recuerda el encuentro con una despampanante catira en la sureña Ciudad Bolívar: “Me acerqué, le eché mi discurso y le di un papelito. Ella me dijo: ‘Mire, yo estoy de visita, soy casada y mi marido está por aquí…’. ‘Bueno, está bien, yo se lo digo al comandante’ [respondí]. ‘Pero en Caracas sí puedo’, me dijo. Y a los tres días de haber llegado me llamó y realizó su fantasía. Era la esposa de un coronel de la GN [Guardia Nacional] (…). ¡Cuántas veces me tocó conversar con los esposos y novios que esperaban! Una de ellas levantaba los hombros cuando le decía: ‘Tu marido te espera abajo”.
Las relaciones sacramentadas de Hugo Chávez Frías, mitad indio y mitad negro, han sido dos: la primera con Nancy Colmenares, con la que se casó a los 23 años y tuvo tres hijos. A trancas y barrancas el matrimonio duró más de 15 años. Los segundos esponsales le unieron con la locutora de radio Marisabel Rodríguez, madre de su última hija, de la que se divorció en el 2003, seis años después de pasar por la vicaría. Al poco de la ruptura, la comunicadora deslizó al semanario Estampas que fue un amante “normalito”. La profesora de historia Herma Marksman lo quiso durante un decenio de complicidad ideológica y conjuras antigubernamentales (1984-93). La noche del 17 de septiembre de 1984, agónica ya la relación con su esposa, Chávez felicitó a Herma en su cumpleaños con un ramo de flores y una declaración de amor: “Tú ya sabes en qué ando. Tengo una doble vida. Una dentro del Ejército y otra clandestina. Yo quiero que me acompañes no solo en este proyecto para cambiar el país, sino para toda la vida…”, recordó la historiadora, de 62 años, en una entrevista con el diario El Universal.
Fuente: La Patilla
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